EL DIARIO DE NOTICAS DE ALAVA:
Armentia se resiste a recuperar la calma
"Después del día grande vivido el jueves, todavía quedan fuerzas en el pueblo para seguir celebrando las fiestas de San Prudencio"
Vitoria, Elena Arteagoitia - Domingo, 1 de Mayo de 2011 - Actualizado a las 05:23h
Hay quienes se resisten a que la resaca de San Prudencio se convierta en una cuenta atrás antes de volver al trabajo. En Armentia aún quedaban fuerzas ayer para seguir con las celebraciones. El pueblo vive estos días sus fiestas, aunque pasen prácticamente desapercibidas para el resto de los gasteiztarras, que ya hace días que retornaron de las campas.
Armentia, sin embargo, sigue sin recuperar su habitual tranquilidad. Decenas de cuadrillas se reunieron ayer para participar en las distintas actividades programadas para la jornada. Campeonato infantil de tiro a la rana, bolos, paseo en caballo y concurso de tortilla de patatas. ¿Qué mejor plan para un sábado a la mañana?
Para cuando las campanas de la basílica anunciaban las doce del mediodía, Álvaro ya había tomado posiciones. Era el primero en tirar pese a que las ocho fichas prácticamente no le entraban en una mano. 70 puntos. No estuvo mal, aunque Aitor consiguió superarle. "¡He sacado ciento cien!", le comunicaba a su ama, quien le corregía. "¡Que no hijo, se dice ciento diez!". Menos suerte tuvo Iñigo, que pese a propinarle un buen golpe a la rana en todo su hocico, no logró puntuar. Así, en pleno pique, tuvo que llegar Andrea para darles una lección. Esta estudiante de Nazareth, de 11 años, se hizo con la victoria tras conseguir 2.100 puntos. Ella misma bromeaba sobre su particular hazaña. "Soy muy mala, las he metido sin querer", aseguraba antes de subirse al caballo, en el que se dio una vuelta.
El campeonato de bolos dejó también grandes momentos. Eduardo parecía un auténtico levantador de piedras por la manera en que agarraba la bola con la que pretendía derribar el obstáculo, del que le separaban demasiados metros como para intentar rozarlo. Su hermano gemelo, Iñigo, lanzó con más acierto y finalmente consiguió derribar el bolo. Emocionado, chocaba la palma de su mano con la de su padre, aunque todavía quedaba mucho juego por delante.
Era el turno de Ainhoa, y a ella también le costó llegar, pese a que los árbitros accedieron a acercar el bolo. "¿En la Wii parece más sencillo, eh?", bromeaba su aita, en referencia a la popular videoconsola. A Víctor le tuvo que echar un cable su ama para conseguir levantar la bola del suelo, aunque Txema, uno de los árbitros, hizo la vista gorda. Finalmente fue el pequeño Ibai, de sólo seis años, quien en un golpe de suerte consiguió derribar dos bolos. Este estudiante de Lakuabizkarra no podía ocultar su felicidad, aunque admitía tener cierta ventaja. "Mi abuela vive en Armentia y suelo practicar bastante en esta bolera", aseguraba.
Después de tanta actividad, llegó el momento de llevarse algo a la boca. El campeonato de tortilla de patatas logró despertar todos los sentidos de quienes ayer, de casualidad y conscientemente, se acercaron hasta el bar de Armentia a tomar el vermut. El buen aspecto y el olor que desprendían hicieron salivar a más de uno, aunque sólo el jurado pudo catar las pequeñas montañas de huevo, patata y cebolla que los participantes habían creado. "Son los únicos ingredientes que hemos permitido; las que tienen pimiento van a quedar descalificadas", advertía Txema antes de retirarse a deliberar.
David Sánchez se giró con sorpresa cuando escuchó que su tortilla, la número doce, era la que más había gustado. La noche para este vecino de Armentia se había alargado más de la cuenta y, pese a ello, no había perdido cualidades frente a los fogones. "A las cuatro de la madrugada todavía seguíamos danzando por ahí y he dormido muy poco. Aun así, nos hemos despertado a las diez, hemos comprado huevos y patatas, y nos hemos puesto a cocinar", explicaba.