martes, 21 de mayo de 2019

Historias de Armentia

HISTORIAS DE ARMENTIA
Prudencio Alfredo López de Uralde Apellániz





          Durante los fríos y largos días de invierno después de cenar, las familias se juntaban en torno al fuego de su hogar. Los pequeños, acurrucados en el reconfortante regazo de la abuela o de la madre, con los mofletes colorados debido al calor procedente de las llamas de la cocina baja nos trasladábamos a los lejanos tiempos de  las historias que contaban los mayores.

          Una de ellas, entre la leyenda y la historia, era la fundación de Armentia.  Túbal, quinto hijo de Jafet y  nieto de Noé,  siguiendo el mandato de su abuelo se expandió desde su Asia Menor y ha dado lugar a un gran relato histórico y también la narración sobre nuestros orígenes. En la Biblia, junto a otras tribus, ya se les menciona como buenos guerreros y orfebres. Tras haber establecido una serie de pueblos en la Iberia Caucásica, siguiendo el designio de su abuelo de  agrandar sus horizontes, cruzaron Europa y entrando por los Pirineos,  comenzaron la repoblación de nuestra tierra, dotándola de nombres caucásicos. Túbal engendró un número importante de futuros reyes, fundó la dinastía tubalina y su primer hijo, llamado Ibero,  daría nombre a la península. Al llegar a las llanuras de la actual Alava, estableció Túbal su colonia, designando como capital a Armentia, lugar de armenios, posible derivación de Armenia.

            Otra historia trascurre pasado varios siglos con respecto a la anterior. Armentia se relaciona con otro hito muy importante, eso sería ya en tiempo de los romanos, ya que por nuestra demarcación transcurría la Vía romana que enlazaba Astorga con Burdeos. En la zona actualmente denominada Mariturri - la fuente de Mari- próxima a la fuente actualmente desaparecida bajo toneladas de tierra,  se asentaba una posta cuyos habitantes residieron entre el sigo I y el V y cuyo toponímico era Armentun,   posible origen del vocablo  Armentia, con lo cual ya tenemos otra posible fundación.

          Más documentada es la leyenda relacionada con los siglos VI-VII, no poniéndose de acuerdo los historiadores en el siglo concreto. Este gran acontecimiento, que pasó desapercibido en la época y que  siglos después y hasta nuestros días ha tenido y tiene una gran trascendencia, es que el joven Prudencio, vecino de la parte alta del pueblo en el barrio de Mendibe, sintió una gran llamada espiritual y despidiéndose de su familia y de su pueblo, abandonó tierras de labor y bosques conocidos, para desplazarse hasta la lejana Soria, donde encontrarse con su maestro Saturio en la cueva de Peñalba.

          Un nuevo  hito histórico sacudiría a los vecinos a finales del siglo VIII. Calahorra, que había caído en manos de los sarracenos, traslada su obispado a Alava y es en Armentia donde concretamente se asienta la silla episcopal, siendo Bivere el primer obispo documentado, del  que hay referencias allá  por el año 871. A partir de ahí se fueron sucediendo obispos hasta llegar a Fortunio II fallecido en el año 1088 en Roma. Aprovechando ese  momento y por orden del rey Alfonso VI, el obispado de Armentia es  agregado a su antigua matriz de  Calahorra ya rescatada del poder árabe.

No obstante, el obispado no  debió  quedar totalmente desmantelado,  ya que en 1181 en la carta de  fundación de Vitoria, el  obispo Rodrigo de Cascante firma  junto al Rey Sancho VI de  Navarra (Sancho el Sabio) como   "Armentiensis Episcopus". 

Este mismo obispo es el que impulsó la construcción de un edificio de estilo románico tardío   en sustitución de la ya posiblemente muy deteriorada catedral de estilo prerománico. Este nuevo  espacio religioso ostentó  el rango de colegiata, cuyo carácter continuó hasta 1498, cuando los Reyes Católicos trasladaron el título y la autoridad a Santa María de Vitoria, posiblemente para  prestigiar la que hasta esa fecha no era más que una humilde parroquia de  una ciudad en expansión.

De aquella época queda el paso del camino de Santiago por Alava y concretamente por Armentia ya que  fue una importante ruta de peregrinación alternativa con respecto a la que entraba en Navarra por Roncesvalles o en Aragón por Somport y Canfranc.

La ciudad crecía rápidamente al mismo ritmo que sus necesidades, debido principalmente a haberse convertido en lugar de comercio y paso estratégico. Con el fin de ampliar su recaudación, y por orden del Rey Alfonso XI de Castilla, Armentia junto con otras cuarenta aldeas pasaría a formar parte del municipio de Vitoria.



El regreso del  Obispo a Calahorra junto a  su séquito produjo un despoblamiento de grandes proporciones. Las necesidades de la vecindad actual eran mínimas, prácticamente consumo doméstico. La aldea quedó muy reducida y en el edificio  religioso permanecían los canónigos imprescindibles para los servicios religiosos. Esta situación motivó un agravamiento de los peligros a los que estaban expuestos los habitantes, ya que algunos asaltantes se cobijaban  en el cercano bosque y sembraban el pánico entre la vecindad, todo lo cual provocó que incluso el cabildo tuviera problemas para arrendar las tierras de su propiedad. 

          Posiblemente aprovechando la coyuntura,  en 1561, un alavés, el ilustrísimo embajador licenciado Juan Alonso de Gámiz, clérigo y diplomático en la corte de los Habsburgo y al servicio  de Carlos I y de su hermano Fernando, adquirió en el barrio de abajo por 208 ducados,  una vivienda que bien podría haber pertenecido al cabildo. Emulando a su señor Carlos I, que se retiró a Yuste, Juan Alonso de Gámiz  residiría en la que sería su vivienda estable después de años deambulando por el mundo. Aquí encontró el sosiego y  la pureza ambiental que seguramente buscaba, ya que fue vecino de este pueblo de Armentia hasta su fallecimiento en 1574.  Quizá durante el transcurso de alguno de sus últimos viajes por los Países Bajos y Viena  adquiriera el retablo del Dulce Nombre para la colegiata de Santa María, lugar donde estaba enterrado su padre, otros antepasados y donde él mismo solicitó recibir sepultura.

En 1773 ante el estado de ruina total de la que fue una imponente e importante  Colegiata de estilo románico, el cabildo decidió acometer una  rehabilitación que concluyó en 1.776, si bien no se respetó la edificación primigenia.  A esto pudo contribuir la falta de documentación original,  la escasez de recursos e incluso el estado de semi-abandono del edificio, que propició que durante ese periodo partes importantes fueran repartidas por otros edificios y museos, como es el caso conocido de las piezas existentes en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Por lo tanto, la obra consistió en acomodar el material existente, realizando  una composición que es la que ha llegado hasta nuestros días y de la que no dejamos de estar muy orgullosos.
   
          Contando con  una basílica nueva, la iglesia que hasta esa fecha había sido la parroquia del pueblo consagrada a la advocación de San Julián y Santa Basilisa, languideció. Y la cantarina campana que avisaba a misa o a reunirse en pórtico para concejo enmudeció en 1871, siendo derribado el edificio y algunas de sus piedras  más codiciadas pasaron a formar parte de las construcciones vecinales.

          En otro orden de cosas, es de resaltar a un personaje relevante que a primeros del siglo XX ostentaba el puesto de maestro de nuestra escuela el además periodista y futuro diputado de Alava, Don Luis Dorao y Merino, que también participaba en el pueblo levantando las actas del concejo, e incluso firmando las mismas, en el caso de vecinos que no sabían hacerlo.




Años después los vecinos solicitaron  realizar una carretera desde la Basílica, subiendo por la cuesta de San Julián hasta alcanzar el Mineral, como continuación a la que años atrás se realizó desde la carretera de Castilla a la Basílica. El consistorio denegó tal petición, aduciendo que la actual era suficiente. No obstante, la fortuna se alió con el pueblo, ya que en 1934 el buen maestro Don Luis Dorao y Merino, recientemente nombrado Diputado General, tal vez  atraído por agradables recuerdos, visitó el pueblo  y en el transcurso de este encuentro vecinal informó que  apoyaba la realización de la nueva carretera, hoy conocida como paseo de San Prudencio y además  la construcción de un monumento al Santo, proyecto que recibió luz verde en 1935.



          A este nuestro pueblo eminentemente agrícola de veinte casas, se incorporó a primeros de los años cincuenta un grupo vecinal, conocido en la época como barrio de San Prudencio,  cuyos habitantes prestaban sus servicios en la industria. Posteriormente se han incorporado nuevas construcciones hasta contar actualmente con  101 viviendas y  217  personas empadronadas, además de cuatro establecimientos hosteleros.


          El pueblo de Armentia es gestionado en la actualidad por una  Junta Administrativa, compuesta por el Regidor-Presidente, que representa un órgano ejecutivo unipersonal, que ostenta la representación legal del Concejo y que se complementa con dos vocales y un fiel de fechos.  Al margen de las gestiones propias del día a día  de la vecindad, actualmente estamos inmersos en unos proyectos muy importantes  en trámite ante las Instituciones, que no solamente redundarán en beneficio de esta comunidad, sino que serán de máximo disfrute para vitorianos, alaveses y demás visitantes. 




El primer proyecto se concretaría en eliminar una zona muy degradada para crear un corredor verde  de aproximadamente ocho mil metros cuadrados que partiendo de la plaza de Ziquirimendi  (actual emplazamiento de juegos infantiles)  y siguiendo el curso del arroyo de Armentia, se adentraría directamente en el bosque. Otro  proyecto consiste en eliminar la unidad de ejecución Armentia 1  ( zona del paseo de la Larra y casa en ruinas del Gobernador Juan Alonso de Gámiz )  y convertir este espacio y su entorno en un lugar más amable. La rehabilitación de la casa supondrá recuperar un edificio del siglo XV / XVI.  Para ello nos gustaría contar con el apoyo de todos los visitantes  y amigos de nuestro pueblo, incluso no rechazaríamos  algún mecenazgo.




          Desde la posible leyenda de ayer a la realidad de hoy, solo he querido rendir un homenaje a todos los hombres y mujeres que desde tiempo inmemorial han luchado por mantener viva la identidad de un pueblo y trasmitirla hasta la actualidad.

          Gracias a nuestro convecino San Prudencio, el 28 de abril, día de  su aniversario,  los alaveses lo recordamos y en su pueblo nos reunimos para celebrarlo. Felices Fiestas a todos en honor de nuestro patrón  San Prudencio de Armentia.


Armentia, 2019      
                                                          
                                       Fdo.: Prudencio Alfredo López de Uralde Apellániz

                                        Regidor-Presidente Junta Administrativa Armentia